FESTIVALES HECHOS A FUEGO LENTO PARA QUIENES DISFRUTAMOS A OTRO RITMO

Cinco sentidos para vivir uno de los tesoros de la Comunidad Valenciana: Tierra Bobal

A menos de una hora de Valencia, en la frontera entre la meseta castellana y las montañas del litoral se encuentra una zona conocida como Tierra Bobal. Este destino abarca la comarca de Utiel Requena y se compone de nueve municipios: Camporrobles, Caudete de las Fuentes, Chera, Fuenterrobles, Requena, Sinarcas, Utiel, Venta del Moro y Villargordo del Cabriel.

Un lugar que cuenta con una tradición vitivinícola que se remonta a 2.500 años de antigüedad, de la que atesora patrimonio y tradición. Sus reservas naturales y yacimientos también hacen que este sea uno de los destinos turísticos más completos y especiales. Tierra Bobal es un lugar para conocer con los cinco sentidos…

EL OLOR DEL BUEN VINO

El olor del vino es uno de esos matices que se aprecian y comentan en las catas, pero esta vez vamos a ir un poco más atrás. ¿A qué huele el vino antes de serlo? Cuando estamos en los viñedos, o en las bodegas. Noemí Arroyo es viticultora en Bodega Fuenterrobles y pasa su día a día entre viñedos y barricas: “En primavera es donde más se siente la alegría porque se produce el milagro de la brotación. Hay un olor muy especial, a la tierra cuando se acaba de mover, porque es cuando se labra”, cuenta. Un olor que contrasta con el que se experimenta en otoño, cuando ya tenemos los frutos del trabajo de todo el ciclo. Entrando en la bodega, para Noemí la sensación es de “tranquilidad y paz”, con el olor inconfundible de la madera de las barricas y el propio vino

UN VISTAZO… BAJO SUELO

Los grandes paisajes de viñedos son una de las características de esta tierra, pero esta vez vamos a dirigir la mirada a un punto más especial, bajo tierra. Utiel está lleno de antiguos pasadizos medievales que a partir del siglo XV se convirtieron en bodegas, dando lugar a la cultura vitivinícola que llega hasta nuestros días. Hay más de 1.000 bodegas subterráneas y visitarlas es un viaje al pasado. “Lo único nuevo que tienen son la luz y los accesos, el resto es bastante similar a lo que veían nuestros antepasados”, explica José Rafael Ponce, gestor turístico de Utiel. En estas bodegas se produjo en los siglos XV y XVI el auge de la tinajería, frente a las anteriores cubas de madera: “La tinajería es fundamental para entender el paisaje vitivinícola de Utiel”, cuenta Ponce.

En las Cuevas de la Villa de Requena también podemos encontrar ejemplos de la tinajería. Situadas en el casco antiguo del pueblo, son bodegas excavadas en la roca que pertenecían a las distintas casas y familias de la localidad. “Requena siempre ha mantenido la tradición vitivinícola y el visitante puede ir ahora de una bodega a otra, bajo suelo, contemplando toda esa historia”, explica Alejandro Hernández, concejal de turismo de Requena.

TOCANDO LAS HUELLAS DEL PASADO

La conservación del patrimonio es imprescindible para salvaguardar las huellas del pasado, marcas que también encontramos en la naturaleza. Los Parques Naturales de Hoces del Cabriel -el más extenso de la Comunidad Valenciana- y Chera- Sot de Chera -este último fue también Parque Geológico-, guardan miles de años de historia. En primer lugar en la propia naturaleza, que intenta mantenerse inalterable para sus visitantes, cuidando de todas las especies de flora y fauna que en ella viven. Y en la huella geológica de los acantilados que protegen el río Cabriel, “el elemento más característico de Hoces del Cabriel”, nos cuenta Gabriel Ballester, director de ambos Parques Naturales.

También en las huellas de la propia historia que vemos en los múltiples yacimientos arqueológicos. “En La Solana de las Mirillas, en Requena, encontramos uno de los primeros vestigios del aprovechamiento de la vid para hacer vino, de la época prerromana”, explica Ballester. Otro lugar destacado es el poblado fortificado Kelin, que fue habitado entre los siglos VII y I a.C.

ESCUCHAR A LA NATURALEZA, PERO TAMBIÉN A LA MÚSICA

En Tierra Bobal los sonidos de la ciudad se dejan atrás, para conectar con la naturaleza y descubrir todas esas notas que solo en un ambiente de calma y atención apreciamos. El viento en los parques haciendo crujir las hojas de los árboles o el sonido de los pájaros y otros animales o el paso del río Cabriel. En las múltiples bodegas que hay en la zona podemos descubrir sonidos particulares como el que hace una barrica cuando rueda, “es un sonido tan característico que solo lo identificas si lo conoces”, cuenta Eduardo Vives, de la Bodega Vera de Estenas.

En este lugar se vivieron algunos de los conciertos del festival Tierra Bobal, “el público contaba que fue una experiencia única”, recuerda Vives. Un escenario en medio de los viñedos que acompañó durante el festival a los sonidos clásicos del lugar, en este caso con música, incorporándose y respetando al máximo el entorno.

UN GUISO PARA SABOREAR LA GASTRONOMÍA TRADICIONAL

Un vino de calidad tiene que acompañarse con una gastronomía a la altura. La cocina tradicional de Tierra Bobal es de alma manchega, siendo los platos de cuchara imprescindibles. “En nuestra zona lo más típico es todo lo relacionado con el cerdo y sus derivados” cuenta Carlos Cervera, del restaurante El Yantar.

En esta ocasión, y saliendo de los platos de cuchara de invierno, nos recomienda adentrarnos en este universo gastronómico con un guiso tradicional: “Uno de los buques insignia de nuestra marca es el Carpaccio de manitas de cerdo con gambón y piñones. Lo hacemos con el guiso de las manitas de cerdo, las deshuesamos y acabamos la cocción añadiendo chorizo de Requena y sobrasada de naranja. Lo acompañamos de una muselina de ali-oli , de colas de gambón y piñones. Después de gratinarlo en el horno el resultado es un fino y denso guiso de manitas con un sabor espectacular”.