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Dani de la Torre, director gallego: “Rodar una película en una zona como la Ribeira Sacra es una promoción importante”

La infancia es uno de esos lugares al que muchos soñamos con volver. El director de cine Dani de la Torre (1975, Monforte de Lemos), cuya filmografía suma 5 Premios Goya, pasó su infancia entre los paisajes de la Ribeira Sacra, corriendo y jugando con la libertad que tenían los niños en aquellos años ochenta. Y logró volver a ella, en este caso a través del cine, su profesión, con la película Live is Life. Un homenaje a clásicos como Los Goonies en el que un grupo de amigos vive una aventura durante un verano en la Ribeira Sacra.

A este lugar se movilizó a todo el equipo, que vivió el reto de rodar durante la pandemia, sacándole el máximo partido a los paisajes y contando con la gran participación de los vecinos. Cuando se estrenó en Netflix, fue el filme más visto esa semana. Del rural para el mundo. 

¿Cómo surge la historia de Live is Life?

La idea no fue mía, fue de Albert Espinosa, el guionista de la película. Tenía esta historia escrita para llevarla a la pantalla, una aventura de unos chavales ambientada en los años ochenta. Cuando me llegó el guión me gustó mucho la historia y quise dirigirla. 

En un principio iba a ambientarse en otro lugar, ¿cómo llegó a rodarse en la Ribeira Sacra? 

Les dije, a Atresmedia y a Albert, que me gustaría llevar esa historia a mi tierra, la Ribeira Sacra. Quería hacerla mía, ya que me recordaba a las experiencias que viví yo de chaval. Lo aceptaron, vieron los paisajes de la Ribeira Sacra y como es una tierra que todavía no está muy fotografiada, no está machacada en la ficción, era todo un descubrimiento. Les convencí muy rápido. Empezamos a trabajar sobre la idea del guión, para trasladarla a la Ribeira Sacra y mostrarla como un viaje de paisajes, gastronomía y una experiencia inolvidable, como la que viven los protagonistas de la película. 

¿Cuál es tu relación con esa zona?

Yo soy de Monforte de Lemos y siempre tuve mucho contacto con toda esa zona, es donde crecí, por la zona de la Ribeira Sacra, por Sober… De vez en cuando íbamos en bici por ahí, es una zona que la llevo desde niño en el ADN. Además viví esos veranos de los ochenta, cuando venían los hijos de los emigrantes de Madrid, Barcelona, el País Vasco… Nos juntábamos y jugábamos todos juntos en aquellas tardes interminables de verano. 

«Empezamos a trabajar sobre la idea del guión, para trasladarla a la Ribeira Sacra y mostrarla como un viaje de paisajes, gastronomía y una experiencia inolvidable, como la que viven los protagonistas de la película. «

Hoy en día la mayoría de niños ya no tienen veranos así, rodeados de naturaleza y jugando por ahí con tanta libertad ¿Cómo fue para los niños actores esa experiencia de este rodaje?

Fue una experiencia increíble. Además rodamos en plena pandemia, estaba todo cerrado, entonces teníamos todo para nosotros. Es increíble el contacto que tuvimos con la naturaleza. Los niños estuvieron sin móviles y vivimos detalles como enseñarles a manejar un teléfono de rueda o un walkman, cosas que ellos ya no conocían. Fue una experiencia brutal y fue muy bonito poder recordar esa época y descubrirla desde cerca, como hicieron ellos. 

¿Fue difícil rodar en una zona rural?

Como estábamos en pandemia fue mucho más fácil, no había nadie y todos los concellos en los que rodamos, desde O Courel, Quiroga, Sober, Ferreira, Chantada… Todos se volcaron con nosotros porque veían que era una película que les podía traer una promoción importante en una zona rural. La semana de su estreno en Netflix fue la más vista, nunca sabes donde te pueden ver, puede ser en cualquier lugar del mundo. Creo que fue un esfuerzo de todos, tanto de nosotros como de la gente de allí. El rodaje, el equipo, que eran la mayoría de otros lugares, quedó impactado por la Ribeira Sacra. Fue un gran intercambio, de sensaciones, gastronómico, de amistad… 

¿Cómo fue la relación con los vecinos? ¿Se sorprendían de ver por ahí a los equipos de rodaje?

Se animaron mucho con nosotros, algunos participaron como figurantes y otros nos cedieron casas o zonas de viñedos para grabar. Nos acogieron muy bien y fue todo un orgullo traer a gente de toda España a rodar ahí y ver lo bien que los trataron en Galicia. Muchos de ellos volvieron después con sus familias de vacaciones.

Cuando se estrenó la película, ¿recibiste muchos comentarios de espectadores que querían viajar a la Ribeira Sacra?

Sí, me escribieron por redes preguntando dónde era. Incluso desde Argentina o Brasil me llegaron mensajes de hijos de emigrantes que se emocionaron mucho al ver en pantalla la tierra de sus padres. Es muy bonito porque cuentas una historia intentando que el público se emocione y también promocionas tu tierra. 

¿Tienes algún proyecto en mente para volver a rodar en Galicia?

Me encantaría volver, tengo una película para rodar este año, pero aún está en fase de preproducción, pero me encantaría. Siempre la llevo en mi corazón y en mi cabeza.

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