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El patrimonio industrial de Galicia revive en la Ribeira Sacra con la Central de San Estevo

La Central Hidroeléctrica de San Estevo fue, en el momento de su construcción, una obra faraónica con las últimas soluciones tecnológicas. Modificó el paisaje y también la vida diaria de los vecinos de la zona, muchos trabajadores en la construcción o en la propia central. Ahora, el Consorcio de Turismo de la Ribeira Sacra e Iberdrola reclaman su valor como patrimonio industrial de la zona

Podemos decir que la historia de la humanidad es una historia de modificaciones, empezando por nuestro entorno, nuestros paisajes. Desde las primeras pinturas en cuevas hasta los grandes rascacielos, hombres y mujeres han ido dejando su rastro en el paisaje, con más o menos impacto sobre el mismo, con consecuencias más o menos destructivas.

Muchas de estas modificaciones constituyen lo que hoy en día es nuestro patrimonio. Yacimientos arqueológicos de la prehistoria, construcciones romanas como puentes o calzadas, palacios y casas de arquitectura tradicional. Huellas que ahora nos cuentan cómo se vivía y que han marcado cómo son nuestros paisajes. 

Aunque siempre asociamos a este patrimonio con algo antiguo, lo cierto es que no hemos parado de crearlo. El denominado patrimonio industrial, por ejemplo, consiste en todas las construcciones como fábricas o centrales de producción de energía que definieron una época y marcaron el día a día de muchas personas. En definitiva, conjuntos que tienen un gran valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. No es necesario que se remonten a miles de años atrás, el ritmo de desarrollo tecnológico de esta era hace que construcciones de hace apenas 100 años, o incluso menos, cuenten historias que nos pueden parecer tan lejanas como las de otras civilizaciones.

Fue en los años 70 cuando se empezó a impulsar esta figura, con el objetivo de proteger estas construcciones y divulgar sobre ellas, aunque no es hasta 2001 cuando se crea en España un Plan Nacional de Patrimonio Industrial

En la Ribeira Sacra, una zona gobernada por los imponentes cañones del Sil y sus paisajes, también hubo modificaciones que marcaron un antes y un después. La Central Hidroeléctrica de San Estevo, perteneciente al municipio de Nogueira de Ramuín (Ourense), es la más significativa, una obra faraónica que fue todo un hito en su momento siendo en la actualidad el mayor complejo hidroeléctrico de Galicia, con su última ampliación en 2013. En noviembre y diciembre del pasado año el Consorcio de Turismo de Ribeira Sacra e Iberdrola abrieron estas instalaciones a visitas guiadas. Una oportunidad para que vecinos de la zona y curiosos pudieran entrar en ese lugar que forma parte del paisaje y del imaginario colectivo del lugar. 

«Supuso una transformación importante del paisaje y asentamiento humano en la zona, ya que se involucraron miles de personas que llegaron a la Ribeira Sacra en esta época»

La central destaca por su gran presa y se empezó a construir en la década de los 40 y participaron en la obra cerca de 2.000 personas, en ese momento era la instalación de este tipo de mayor potencia en Europa. La riqueza de recursos para la obtención de energía, por la fuerza del río y la cantidad de precipitaciones, motivaron a elegir este lugar. Se utilizaron 150.000 toneladas de cemento y 10.000 toneladas de acero, lo que da una idea de la envergadura de la obra.

Su última ampliación, el complejo San Esteban II, realizado por Iberdrola en 2013, convirtió a la instalación en pionera en la región, logrando producir la energía hidráulica equivalente al consumo medio anual de 600.000 personas. Con el paso de los años se ha mantenido la estructura, adaptando la parte tecnológica. “Es una obra comparable a un monasterio del siglo XII o a una calzada o molino romano en su época”, explica Beatriz Pérez, historiadora y una de las guías que acompañó a los visitantes en estas vistas. Un lugar que merece ser visto con la misma curiosidad y admiración con la que observamos grandes obras de siglos anteriores. 

Fue un proyecto ”revolucionario en todos los aspectos”, cuenta la historiadora. Por una parte por la obra en sí, “desde el punto de vista de la ingeniería destaca por las soluciones que se adoptaron en el momento”, explica.

Por otra parte, como habitante de la zona, Beatriz destaca la importancia de este lugar no solo por su impacto en la industria y economía de la zona, también como parte del imaginario colectivo de los vecinos: “Supuso una transformación importante del paisaje y del asentamiento humano en la zona, se involucraron miles de personas que llegan a la zona en esta época”, explica.

 

Tener la oportunidad de conocer desde dentro este complejo fue muy especial para muchos vecinos para los que este lugar formaba parte de su historia familiar. Una de las anécdotas que Beatriz recuerda con más cariño de esas visitas es la de dos hermanos que estaban allí porque su abuelo había sido uno de los primeros trabajadores de la obra: “Tenían muchas anécdotas porque para su familia esta construcción había supuesto un antes y un después”, recuerda.

Como este hubo varios casos, aunque también se decidieron por hacer la visita ingenieros o estudiantes. Uno de los momentos más impactantes para los visitantes fue poder entrar en la caverna de la central, conocida como Santo Estevo II, o contemplar las vistas al río desde los 115 metros de altura de la presa. 

Una de las anécdotas que Beatriz recuerda con más cariño de esas visitas es la de dos hermanos que estaban allí porque su abuelo había sido uno de los primeros trabajadores de la obra: “Tenían muchas anécdotas porque para su familia esta construcción había supuesto un antes y un después”, recuerda.

El valor de la Central Hidroeléctrica de San Estevo como reclamo para entender la industria pasada y actual de la zona, o su influencia en la vida diaria de los vecinos, es un punto más que hace de la Ribeira Sacra un lugar enormemente rico. Esta historia industrial se suma a los paisajes naturales, la tradición vitivinícola o su gastronomía. Un conjunto que la ha hecho candidata a Patrimonio Mundial por la UNESCO.

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